Fibromialgia, o el dolor que la sociedad no ve ni comprende

La fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1992. Hoy en día, la fibromialgia afecta al 4% de la población, y casi el 90% son mujeres.

La fibromialgia se considera una “enfermedad invisible” porque afecta todas las partes blandas del sistema musculoesquelético y no puede diagnosticarse fácilmente mediante pruebas médicas.

Efectivamente, la fibromialgia no es visible, no deja huellas en la piel ni produce heridas que otros puedan ver. Es un dolor solitario y desesperante.


Padecer fibromialgia es algo muy duro: no sé en qué estado me despertaré hoy, si podré moverme, si podré reír o si solo tendré ganas de llorar… Lo que sé. por otro lado, es que no lo pretendo: padezco una enfermedad crónica.


Hasta la fecha aún desconocemos la etiología de esta enfermedad. Sin embargo, lo que sabemos es que año tras año cada vez hay más personas diagnosticadas, de ahí que actualmente estemos intentando intervenir de la forma más integral posible, que lógicamente incluye la bio -aspecto psicosocial.

Por eso, en este artículo queremos darte algunas reglas básicas para que puedas afrontar con fuerza la enfermedad y mejorar al máximo tu calidad de vida.

Fibromialgia: la verdadera enfermedad que no se ve

Cuando una persona no puede levantarse de la cama porque siente “agujas ardientes” clavadas en las articulaciones, no finge ni busca una excusa para no ir a trabajar.

Quienes padecen fibromialgia deben superar su propia enfermedad en la incomprensión social , y en la sensación de sentirse invisibles en un mundo que sólo cree lo que ve.

El principal problema de la FM (fibromialgia) es la controversia; no se sabe si su origen es psicológico o mecánico.

Estas serían las principales conclusiones que nos dicen los expertos:

Posible origen de la fibromialgia

En primer lugar, es necesario saber que nunca se ha demostrado científicamente que la fibromialgia pueda estar relacionada con una enfermedad psiquiátrica.

  • Según algunos autores, alrededor del 47% de los pacientes sufren de ansiedad. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que esta dimensión psicológica puede ser una respuesta del propio dolor, de la propia enfermedad.
  • Según un estudio publicado en la revista Arthritis & En Reumatología , quienes padecen fibromialgia experimentan una mayor hipersensibilidad a la estimulación sensorial diaria.
  • Mediante resonancia magnética, los investigadores descubrieron que ante una estimulación visual, táctil, olfativa o auditiva, las regiones de integración sensorial del cerebro sufren una sobreestimulación mayor de lo habitual.
  • Las personas con fibromialgia tienen una mayor cantidad de fibras nerviosas sensoriales en sus vasos sanguíneos , por lo que cualquier estimulación o cambio de temperatura se convierte en un dolor intenso.

Algo a considerar es que cualquier factor emocional puede aumentar la sensación de dolor en estas fibras nerviosas.

Una situación momentánea de estrés derivará en una sobreestimulación y dolor, y a su vez, la sensación de dolor y cansancio crónico llevará al paciente a la indefensión o incluso a la depresión.

Caemos entonces en un círculo vicioso donde una enfermedad de origen mecánico se ve acentuada por el factor psicológico. Por eso conviene controlar la dimensión emocional, para atenuar, o al menos “controlar”, el origen etiológico.

Estrategias psicológicas para afrontar la fibromilagia

El dolor crónico forma parte de nuestra realidad social, siendo la fibromilagia (FM) una de las principales causas.

Ahora que sabemos que factores como el estrés o la tristeza pueden aumentar la sensación de sufrimiento, es importante introducir algunas estrategias básicas de afrontamiento que pueden ayudarnos.


Hoy te levantaste, te vestiste y pudiste salir a la calle. Nadie notará tus victorias, pero estos pequeños éxitos son importantes para ti y deberían darte fuerza: puedes ser más fuerte que la enfermedad.


5 claves para disfrutar de una mejor calidad de vida

En primer lugar, no debemos olvidar que no todos serán sensibles a las mismas estrategias.

Tienes que encontrar los que sean adecuados, de acuerdo con tu particularidad y tus necesidades.

Así que prueba varios y elige los que te tranquilicen más.

  • Comprende tu enfermedad: esto implica estar en contacto con especialistas, médicos y psicólogos. Se necesitan tratamientos multidisciplinarios, y cada uno de ellos te permitirá conocer mejor esta enfermedad y “comprender” a tu enemigo. De esta manera tendrás más confianza y conocimientos.
  • Establece una actitud positiva en tu vida: sabemos que no es fácil, pero en lugar de reaccionar ante el dolor, es mejor aceptarlo y afrontarlo; no te deprimas. No dudes en hablar con personas que sufren lo mismo que tú, no te aísles y no guardes rencor en tu interior hacia quienes te rodean.
  • Busca actitudes que te permitan afrontar el estrés y la ansiedad: existen técnicas de relajación bastante adecuadas que pueden ayudarte. El yoga, por ejemplo, también puede resultar muy beneficioso.
  • Nunca pierdas el control de tu vida, no dejes que el dolor te domine: para ello establece momentos de ocio diarios, por pequeños que sean. Sal a caminar y no evites el contacto social.
  • Cuida tus emociones, tus pensamientos y tu lenguaje: lo que piensas y lo que sientes influye directamente en la enfermedad. Si la gente te dice cosas como “no podré levantarme”, “este problema no tiene solución” o “ya no tengo fuerzas”, acentuarás tu sufrimiento.

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